En boca de todos, en manos de nadie

Los subsidios otorgados por el programa Fondo Solidario de Vivienda I son la esperanza de cientos de familias que desean abandonar la extrema pobreza. Sin embargo, en Antofagasta, los beneficiados son relegados al extremo norte o alto de la ciudad, donde quedan apartados de servicios públicos, establecimientos educacionales y locales comerciales. Pero el campamento Alto Mendoza buscó una solución, y hoy está en vísperas el primer proyecto de viviendas en que invierte una empresa privada, ubicado en el centro de la ciudad.

Por Stjepan Ostoic Papic

Juan Peralta apaga la radio de su cabina y coloca su brazo sobre el marco de la puerta de ésta. Observa el Liceo Técnico Antofagasta, frente a él, y explica con satisfacción que es parte del primer proyecto de subsidios habitacionales donde invierte el sector privado-representado por Minera Escondida-, ubicado en el centro de la ciudad. Un auto avanza desde la calle San Martín y se detiene delante de Juan. Su conductor le pregunta, desde la ventanilla, si puede dejar el vehículo en el recinto. El cuidador asiente sin palabras e indica con su brazo lleno de manchas de petróleo hacia el interior del estacionamiento en el que trabaja.

Juan posee el cargo de dirigente del campamento Alto Mendoza, donde habitan más de 20 familias que esperan abandonar el estado de extrema pobreza a través de un subsidio del programa Fondo Solidario de Vivienda I (FSV). Juan Gómez, el relacionador público del Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu) de la Segunda Región, comenta que dichas ayudas estatales aumentaron en cantidad y en flexibilidad durante el actual gobierno. En el 2006, existían cerca de un millón de subsidios disponibles, y este año aumentaron en 200 mil unidades. Además, el terreno adquirido mediante el FSV puede tener 38 m2 ampliables a 55 m2.

Según estadísticas entregadas por el relacionador público del Serviu y la coordinadora regional del FSV, Paula Carvajal, para este año 1.366 unidades estaban destinadas a la Segunda Región, de las cuales 706 habían sido seleccionadas hasta fines de octubre. Y en la ciudad de Antofagasta, los 3.692 subsidios entregados por el FSV hasta el 2006 finalizaron como viviendas construidas en el extremo norte, por el menor precio de los terrenos y la posesión de algunos de estos por Bienes Nacionales y el Serviu. Ante ello, Juan Peralta se enorgullece de que el proyecto de Alto Mendoza sea céntrico, ubicado en 21 de mayo con Andrés Sabella. Agrega que el Serviu manda a construir las viviendas sociales a tal lejanía que no contribuye a acabar con la extrema pobreza.

Con subsidio, sin subsidio

Sergio Marchant lleva 23 años trabajando en la panadería “La Selecta”, posicionada en la esquina de Maipú y San Martín. Hace 15, obtuvo un subsidio habitacional en La Bonilla, sector que integra el extremo norte de Antofagasta. Mientras se prepara para colocar la crema de unos dulces, asegura que tuvo suerte, porque “el subsidio es como una rifa”, y a él su premio le llegó tras cinco años de espera. Al tiempo que va hacia las mesas de metal llenas de panes sin hornear, dice que una línea imaginaria divide Antofagasta. Hacia arriba las casas son más baratas; hacia abajo, más caras. Sergio no pudo optar a éstas últimas, cercanas al comercio, a los servicios públicos y a los establecimientos educacionales.

Karen Guerrero pertenece a un comité de 22 familias que postula, desde hace ocho años, a un subsidio que en el año 2002 comenzó a formar parte del programa FSV. Vive en el campamento El Arenal, ubicado frente a la plaza Bicentenario. Tiene dos hijos y una casa de cholguán, con cortinas rojas que separan los dormitorios y el baño. Espera que en un mes más el Serviu, junto a Un Techo para Chile, comience a construir las viviendas sociales. Sostiene las manos de su hijo pequeño y espanta las moscas con ellas, indicando que en la misma fecha deberán dejar el campamento.

El programa, orientado a los jefes de familia, cónyuges o convivientes que tengan depositado un ahorro de 10 UF (aproximadamente 195 mil pesos) en la libreta de ahorro para la vivienda, y cuenten con la asesoría de Entidades de Gestión Inmobiliaria Social (Egis); le permitirá al comité de Karen adquirir un terreno de máximo 650 UF para construir una vivienda y dejar el campamento. Pero en el extremo norte, como le ocurrió a Sergio.

Por esto el dirigente Juan Peralta confía en que el proyecto que erradicará Alto Mendoza abrirá una nueva etapa en la historia de los subsidios antofagastinos. Con cuatro millones de dólares entregados por Minera Escondida, en conjunto con los aportes monetarios del Gobierno regional y el Serviu, y el apoyo de Un Techo para Chile, las 20 familias del campamento contarán con un hogar de 42 m2 ampliables a 70 m2, en el centro de la ciudad, y cercano a seis colegios básicos y cuatro liceos, entre otras instituciones.

Juan vuelve nuevamente la vista hacia el Liceo Técnico Antofagasta, sonríe avanzando hacia el sol incendiado de las 3 de la tarde, y dice que, al menos en este caso, los pobres dejarán de estar “en boca de todos y en manos de nadie”.